Aquí aún no sabía todo lo que estaba por venir….

Han pasado 2 años ya desde que me hicieron esta foto.

Entonces no sabía lo que iba a significar en mi vida tener una floristería.

En aquel momento, se trataba de cumplir un sueño, con miedo, incertidumbre y un poquito de inseguridad, que al final han resultado ser, sin duda, mis mejores aliados para luchar y sacar adelante mi pequeño proyecto.

No contaba con que un par de años después, un «minúsculo» virus parara nuestro mundo y nos cambiara la vida a todos para siempre.

Pero vivir entre flores tiene muchas ventajas, y durante esta terrible pandemia yo le he encontrado más aún. Sólo por eso, ya me siento tremendamente afortunada.

En aquellos días de soledad y distanciamiento obligado, yo tenía el privilegio de ver la cara de vuestros seres queridos, de trasmitirles vuestros sentimientos y sobre todo de recibir su agradecimiento. Eso lo llevaré siempre conmigo, porque recuerdo todas y cada una de las caras de las madres en un día de la Madre tan distinto…

Si tengo que sacar una conclusión de estos 2 años de vida de Sentiments, es la tremenda experiencia personal que supone el trato con todos los que venís a expresaros con flores. Sentimientos alegres, la mayoría de las veces, pero también, aunque menos…, tremendamente tristes.

He conocido a tanta gente interesante y escuchado historias tan emocionantes, que he decidido ir escribiéndolas por aquí, porque he comprendido que son la verdadera esencia de mi tienda de flores.

Cada historia va asociada siempre a un tipo de flor, porque cada uno de vosotros tenéis vuestra flor favorita con la que siempre os identifico.

En esta ocasión tan especial, tengo que empezar por «Margarita».

La margarita es una de las flores más comunes. Mis favoritas, al contrario que para la mayoría, no son las blancas, sino una variedad que se llama grand salmón. Son de un suave color rosa anaranjado, poco común en flores naturales. Para mí transmiten calidez, armonía y una tremenda ternura. Y así es la «Margarita» de esta historia.

«Margarita» llamó mi atención la primera vez que entró a la tienda. Era una señora mayor, a primera vista de aspecto frágil. Pero nada que ver con la realidad. «Margarita» es una señora llena de vida!

Aquel día, cuando ya se iba…descubrí que a sus casi 80 primaveras, venía conduciendo su pequeño coche. Hoy aún lo hace, pero reconoce que no es «muy de fiar» y sólo lo usa para desplazamientos cortos. «Margarita» tiene energía y conocimiento suficientes para darte una lección de vida siempre. Cuando la Covid-19 paralizó nuestro mundo, «Margarita» se vio atada de pies y manos. Se acabaron su viajes alrededor del mundo, y como ella dice, no está para esperar nuevas oportunidades.

«Margarita» perdió demasiado pronto a su compañero de vida. Acostumbrada a seguirle a todos sitios por trabajo, de pronto un día se fue, y «Margarita» tuvo que tirar adelante sola. Las mujeres estamos hechas de otro material (y que no se me molesten los hombres, pero si son honestos lo reconocerán), y las de antes más todavía.

Así que después de una vida de esfuerzos, ella tuvo claro que su tercera edad era para disfrutar y vivir lo bonito de la vida. «Margarita» me enseña algo nuevo de la vida cada vez que viene a verme, y es bastante a menudo, cosa que no podré nunca agradecerle lo suficiente.  A «Margarita» le encanta llenar de flores la vida de los demás: sus hijos, el chapuzas que le arregla cualquier avería en casa, las amigas de la partida de cartas, una vecina que se siente sola, o su querida fisioterapeuta, que es la que la mantiene en forma!

«Margarita» siempre envía flores con una tarjeta en la que escribe: Porque me da la gana!

«Margarita» es mi mejor descubrimiento. Yo quiero ser como «Margarita» cuando sea mayor. Quiero ver la vida como la ve ella, quiero estar rodeada de gente que me quiera como la quieren a ella, quiero poder transmitir tantas cosas buenas a los demás. El día que viene «Margarita» y me pide flores, será un buen día seguro!

Gracias «Margarita» por compartir tu mundo conmigo.